¿Policía cultural?

“Allí donde fueres, haz lo que vieres…” reza el refrán, en la intención de alertarnos sobre la imposición de ciertas normas de conducta o comportamiento que debemos acatar cuando visitamos un determinado lugar, las que -de ser incumplidas- pueden acarrearnos ciertos inconvenientes.

De alguna forma hay un grupo de empresas que actualmente no están  cumpliendo con lo sugerido por esta conocida frase, y han ido a querellarse contra prácticas que se han convertido en base del comportamiento en un especial escenario : INTERNET.

¿En que consiste este enfrentamiento? El problema no es simple, involucra a varios protagonistas, y tiene que ver con las propiedades sobre determinadas creaciones, tales como libros, fotos, videos, música, entre otras.

Indudablemente es una situación que enfrenta a consumidores con productores, y -de no ser resuelta convenientemente- puede desestimular la creación en estas imprescindibles ramas del quehacer humano.

Es simple de entender : si -por poner un ejemplo- una persona escribe un libro de poesía, y este se distribuye libremente y de forma gratuita, su escritor no percibirá ningún beneficio material directo, léase no obtendrá ganancia financiera de esta distribución, y esto puede no ser de su agrado, sobre todo porque él, como ser individual, ha de pagar los consumos y servicios que requiera para su supervivencia y desarrollo.

A atender a algunas repercusiones de este muy escabroso problema vamos a dedicar el comentario de hoy.
Hace más de dos años que se han estado viviendo en el mundo una serie de eventos vinculados con la persecución legal del intercambio indiscriminado y no autorizado de materiales y archivos a través de INTERNET.

Tal vez la faceta más conocida de esta situación ha estado relacionada con el intercambio de música en soporte digital, donde se ha llegado a penalizar legalmente a sitios de la WEB que se dedicaban exclusivamente a permitir la descarga ilegal de discos de música. ¿Cómo funcionan? Es simple de entender.

Por ejemplo, yo compro -o sea, PAGO por- un CD de música de un determinado autor, acto seguido, usando algunas herramientas informáticas simples, grabo su contenido en mi computadora, y posteriormente lo envío a través de las redes a quién lo quiera, sin que este nuevo receptor pague nada al autor por su adquisición.

En este sentido fue famosa la penalización y orden de cierre que se emitió en su momento contra NAPSTER en 2001, y más recientemente, contra Pirata Bay  por parte de la justicia sueca, en noviembre de 2009, aunque en particular este último generó una respuesta adversa, cuando se consideró que hizo crecer en un 300% los intercambios ilegales.

Vamos a ver, no estamos hablando solo de la supuesta “acción ilegal” de algunos desmadrados que -ocultándose en el anonimato de las redes informáticas- pretenden violar lo establecido en el mundo del comercio “legal” (habría que estudiar BIEN este tema y el alcance de su definición, pero… continuemos), ¡nada de eso!.

Estamos haciendo referencia a una línea de pensamiento con representatividad legal, alcanzada cuando el Partido Pirata, surgido en Suecia en 2006 consiguió  215.000 votos en los comicios europeos (un 7,1% de los sufragios) y así garantizó un escaño en el Parlamento Europeo.

El germen del Partido Pirata surgió en el seno de los grupos suecos de activistas por los derechos civiles. Ante la aprobación de leyes que pretendían controlar la información que circula en la Red y que podrían permitir que el Gobierno leyera e-mails privados, se fundó en 2003 la Oficina Pirata, un foro de discusión sobre este sensible tema de la privacidad en los nuevos escenarios tecnológicos.

Finalmente, en 2006 el ingeniero informático Rickard Falkvinge puso en marcha el Partido Pirata, cuyo plantemiento central se puede resumir en lo siguiente: "Cuando la legislación sobre derecho de autor, tal como está hoy, entra en conflicto con nuestros derechos humanos fundamentales, los derechos tienen que prevalecer y la ley debe ser modificada", señalan.

Efectivamente, esta es una nueva faceta del problema : para saber si lo que alguien intercambia en forma de un archivo a través de la red es  ilegal…pues habría que revisar todos los intercambios, y esto puede resultar -al menos- bastante incómodo, ¿no?.

Pues bien, este es un tema al que se está atendiendo de forma especial por los más diversos grupos de teóricos, incluyendo una gran mayoría de los internautas, y algunas medidas tomadas por gobiernos europeos han despertado airadas protestas. Veamos dos ejemplos de línea dura.

En diciembre de 2009 se conocía que había nacido en España una comisión administrativa, que aunque oficialmente se denominó Comisión de Propiedad Intelectual, fue rápidamente bautizada como Policía Cultural de INTERNET, cuyo objetivo principal es -según sus creadores- defender los derechos de autor en la red, y tiene para esto la potestad de bloquear las páginas web que alojen o faciliten sin permiso enlaces de archivos sujetos a derechos como películas, canciones y videojuegos.

La réplica de esta medida en Francia ha sido la creación de un organismo administrativo (nombrado Hadopi) con potestades para perseguir incluso a los internautas que realicen descargas de archivos protegidos, a diferencia de España, que se limita a ejercer presión sobre los portales.

Sin embargo, a la hora de enfrentar esta situación, algunos individuos aislados han adoptado otras estrategias, podríamos decir de línea blanda, como la seguida por Cliff Harris, un famoso diseñador de videojuegos de la empresa Positech Games, al lanzar un experimento en que trata de comprender a la gente que piratea sus videojuegos.

Harris explica como abrió una conversación online con potenciales piratas para preguntarles por sus motivaciones para evadir el pago de sus consumos. Para esto lanzó en su blog. la pregunta "¿Por qué la gente piratea mis juegos?" y la difundió en diferentes foros de intercambio. La respuesta fue masiva con cientos de comentarios, muchos de ellos largos y con argumentos concienzudamente elaborados, que fueron clasificadas en dos grandes tipos de respuestas: las políticas y las pragmáticas.

Dentro de las políticas hubo quienes expresaban opiniones divergentes con el estado actual de las leyes del derecho de autor de muchos de estos países, donde -cito- "Hoy, el plazo de protección del copyright dura toda la vida de un autor, más 70 años, lo cual es ridículo. Las normas actuales no tienen sentido porque en ningún negocio se puede trabajar con la idea de recuperar el dinero durante 100 años".

Por el lado pragmático plantean que con frecuencia, los precios son muy elevados, no existen canales de distribución digital -hay que ir personalmente a un comercio a conseguir el producto en cuestión- y la adquisición se hace complicada, pudiendo quedar todo resuelto al hacer una copia, aunque esta sea ilegal.

También plantean que las descargas desde un sitio pirata suelen venir acompañadas de instrucciones detalladas -redactadas de forma amistosa y poco formal- lo que facilita en extremo su instalación, cosa que la diferencia del proceso “oficial” donde las indicaciones son mínimas y frecuentemente formales, hechas por y para personas con alto nivel de conocimiento informático, lo que suele no ser el caso del interesado.

Para cerrar este momentáneo acercamiento al tema de la legalidad en la red -que queda definitivamente abierto a futuras  aproximaciones- vamos a referirnos a un escrito que presentara Kamal Dhillon, un estudiante de grado 12 de una escuela en Winnipeg a un Concurso sobre Ética, que tenía como tema central el debate siguiente : ¿Está bien descargar de la red música, películas y juegos sin pagar?

Quiero llamar la atención sobre un primer aspecto: el mero hecho de que este sea el tema de un concurso para jóvenes es un tácito reconocimiento a la atención que se está prestando en todas partes a este tema. En segundo lugar, el título del trabajo presentado por este joven canadiense es toda una declaración en profundidad sobre este complejo tema. ¿Que cuál es el título? En inglés “Not wrong, just ilegal”, traducido al español algo así como “no esta mal, solo es ilegal”.

Los planteamientos de este joven de 17 años han conmovido a más de un grupo de teóricos, los que se han puesto a ambos lados de esta tenue línea que hoy divide lo legal de lo ilegal en muchas de las acciones que se realizan  en la red. Él hace algunas preguntas difíciles de responder: aunque la acción de la carga y descarga de material sin pagar derechos de autor todo el mundo sabe que es ilegal ¿Por qué, entonces, tantas personas simplemente ignoran las leyes de copyright?  O peor, ¿es la sociedad la que sale dañada en este ilegal mercado, o las empresas, que ven dañados sus beneficios?¿Las necesarias soluciones de corte financiero que permitan a los autores verse gratificados en sus procesos de creación deben incluir las hoy desmesuradas ganancias de las empresas productoras, representantes y otros tantos integrantes del equipo comercializador?

No es exactamente tranquilidad espiritual lo que generan estos debates, necesarios pero indudablemente tensos, se involucran los intereses de amplias mayorías de consumidores por un lado e importantes grupos de creadores por el otro. Las presiones suben, se oye hablar de cobrar los servicios de la red, las declaraciones tremebundas surgen por doquier…es difícil mantener la calma.

… ya veremos….

No hay comentarios: