Cerebros...¿ARM?


El desarrollo de ciencias y tecnologías nos ha ido -paulatinamente- acercando a niveles supuestamente utópicos: protegernos del frio, imprimir libros, volar, comunicarnos a distancia, transmitir imágenes, anticipar determinados acontecimientos, curar enfermedades otrora mortales, sustituir partes dañadas del organismo por implantes tecnológicos…y por aquí el tema comienza a complicarse.

El humano promedio cuenta con un determinado arsenal para luchar por su supervivencia: 2 piernas, 2 brazos, oídos, ojos…y cerebro, encargado de organizar la acción. Definitivamente, la falta o el mal funcionamiento de alguna de estas herramientas puede resultar una dificultad cotidiana, que intentamos resolver a todo costo.

Justamente a los esfuerzos realizados en este sentido del mejoramiento humano -y sus repercusiones de toda índole- vamos a dedicar el comentario de hoy. Los avances han sido muchos: piernas y brazos mecánicos, manos devenidas de la robótica, exoesqueletos (estructuras que ayudan al cuerpo a sostenerse y realizar operaciones como caminar o tenerse en pie), aparatos a los que nos conectan para que se ocupen de filtrar nuestra sangre o ventilarnos de forma especial, corazones que bombean con eficiencia nuestra sangre a través de todo el cuerpo, cuando el original -por alguna razón- malfunciona, en fin…

Y entonces asistimos a eventos esperanzadores: Sustituir una pierna, suplantar un brazo, una mano también; apoyar la audición y la visión, mejor que mejor!. Más hacia acá en el tiempo, marcapasos y corazones electromecánicos han ido ganando protagonismo. Nos sustituyen venas y arterias, nos adicionan cabezas de fémur metálicas, nos refuerzan la columna vertebral…

Pero...¡hasta ahí, ni un paso más! Si los problemas involucran al cerebro, surgen de inmediato las dudas más acérrimas: ¿implantar tecnología que suplante alguna función del cerebro?¿Llegar a conocer cómo funciona?¿Imitarlo, lograr que algún engendro tecnológico llegue a pensar? ¡Noooo….eso si que no! No sabemos por qué, pero NO!

Y -de alguna forma- estábamos advertidos sobre la existencia de un límite “duro”, infranqueable, cuyo protagonismo iba -y va- mucho más allá que todo lo demás, no por gusto hasta el problema principal de la filosofía apunta a él: la relación entre el ser y el pensar. El pensamiento, ese “milagro” aún por explicar, forma parte de una zona muy sensible de la concepción que los mismos humanos tenemos sobre…nosotros mismos.

Las más diversas posturas  han considerado el pensamiento como algo supremo, muy complejo…tan complejo que -cuando preguntamos al respecto- se nos suele responder con evasivas sonrisas y réplicas del tipo ¿por qué lo preguntas? o ¿para qué te hace falta saberlo?.

Otros, más benévolos, nos responden que puede considerarse un proceso compuesto -o generado- a partir de múltiples acciones, desarrollado en el tiempo, resultado de la interacción de nuestro cerebro -y su dotación de neuronas- con el medio en que vivimos, influido por la cultura y la interacción social. Otros lo consideran atributo divino, lo inigualable…algo -casi- mágico!

Pero, parece que hay algunos irrespetuosos por ahí…empecinados en desentrañar los detalles de ese sistema físico químico electrónico y biológico que llamamos CEREBRO. Uniendo biología, psiquiatría, neurología, psicología cognitiva y filosofía han formado la llamada neurociencia, con un espinoso objeto de estudio: el cerebro y de la mente. Incluso 2012 fue declarado el Año de la Neurociencia.

Indagando en este sentido, especialistas consultados por este programa nos han afirmado, sin dudar, que todo lo que sucede a este nivel pertenece al mundo de lo material, con sustento físico, químico y de otras tantas ciencias, y que -aunque aun no tienen explicación para todo lo vinculado con el funcionamiento del cerebro y el pensamiento- indudablemente se llegará a conocer cada detalle.

Y -de esta misma osada línea de pensamiento- a cada rato nos llegan los titulares: Simularán un cerebro humano con procesadores ARM…IBM acelera la carrera por emular al cerebro…Los cerebros digitales que vienen…Crean chip que imita al cerebro humano…y así!

Obviamente, el escepticismo aflora al instante: ¿Imitar al cerebro?¿Lograr entender su funcionamiento?¿Replicar el pensamiento?¡Noooooo….ni pensarlo! Pero los equipos de investigación siguen adelante.

Por ejemplo IBM anunciaba en octubre de 2011 que -en colaboración con DARPA, la Agencia de Proyectos Avanzados de Defensa de los EU- planeaban construir (para 2022) un ordenador tan potente que pudiera imitar el funcionamiento del cerebro humano, para lo que habían destinado…100 millones de dólares. Y esto sucedía solo unos meses después de que -show publicitario de por medio- la computadora conocida como Watson (proyecto del equipo de investigación dirigido por el investigador David Ferrucci.) triunfara indudablemente en un programa televisivo de preguntas y respuestas llamado Jeopardy!, lo que causó gran repercusión no solo publicitaria: la efectividad de este modelo de supercomputadora de IBM al interpretar las preguntas y elaborar las respuestas causo admiración en más de un escéptico.

¿Cuál es la potencialidad de Watson? Utilizando Linux, cuenta con 90 servidores IBM POWER 750, cada uno de los cuales posee 4 procesadores de 8 núcleos cada uno (2880 núcleos en total), y cada núcleo soporta por hardware 4 hilos de ejecución (11520 hilos en total). Su RAM supera los 15 TeraBytes, definitivamente algo alejado de la potencia de las herramientas conocidas a nivel doméstico. Pero…este no es el único intento.

Usando la arquitectura ARM (muy empleada hoy en dispositivos móviles) creada en los 80 por Steve Furber, hoy profesor de la Universidad de Manchester, está trabajando en reproducir el funcionamiento del cerebro humano en tiempo real utilizando un superordenador construido con un millón de procesadores ARM conectados entre sí como las neuronas. El dispositivo podrá emular el 1% de un cerebro humano, que cuenta con 100 mil millones de neuronas que se conectan entre sí mediante más de mil millones de conexiones. Aunque hay mayor número de neuronas, los procesadores ARM son mucho más capaces -de forma individual- que las células cerebrales, por lo que la cifra se equipara, tengamos en cuenta lo que con solo 2 núcleos ARM puede -hoy por hoy- hacer un teléfono inteligente con un procesador tipo Tegra 2, por no hablar del Tegra 3 con sus 5 núcleos.

Por tanto, se aproximan eventos de gran envergadura, donde habrá que flexibilizar -tal vez- algunas rígidas formas de pensar que han sobrevivido desde etapas oscuras. ¿Llegará a concretarse las denominada “singularidad”?


Ya veremos…

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