Pensamiento y Computadoras...1a parte.

¿Podrán pensar las computadoras…..? Esta pregunta ronda, de forma periódica, la mente de muchas personas. Aunque es la misma desde los años 80 del siglo pasado, el escenario en que aparece ha ido evolucionando, y por ende, con él hemos avanzado los receptores humanos de tamaña interrogante.

No resulta un ejercicio ocioso del pensamiento, sino un necesario cuestionamiento relacionado con los más diversos temas de una actualidad donde -cada vez más- las tecnologías marcan posibilidades, restricciones y estilos de trabajo.

Suele aflorar, de forma casi automática, una respuesta francamente defensiva :  ¡NO, IMPOSIBLE esto es atributo exclusivo de los humanos! . Y también pensamos, aunque tal vez no nos atrevemos a decir : ¡Somos únicos, irrepetibles, imposible -ya no superarnos- sino ni siquiera imitarnos!. Ya en este punto estamos muy cerca de afirmaciones del tipo “somos la creación más excelsa de Dios” y otras semejantes.

Pero, como nos enseñara el profesor Arquelio Bernal, un doctor en filosofía inusual por lo accesible que resultaban sus explicaciones, el tema no está solo dado por la respuesta que demos, sino, de forma especial, por el ¿por qué? de las mismas.

A tratar de enfocar esta peliaguda pregunta desde algunos ángulos distintos vamos a dedicar el comentario de hoy, primera parte de una serie de tres.

De alguna forma pienso que películas de ciencia ficción como MATRIX, YO ROBOT y otras semejantes, encabezadas por la primogénita TRON,  han contribuido a la formación de una extraña imagen de la relación  entre humanos y computadoras : en ellas se plantea una competencia francamente agresiva, de tipo eliminatoria, donde solo habrá un ganador, el que resulta difícil de pronosticar.

Este argumento, interesante para las producciones televisivas o cinematográficas que pretenden atraer a grandes masas de fanáticos al sufrimiento con un final generalmente fácil de presuponer, y obviamente feliz,  ha creado una inusual forma de ver esta relación del hombre con su herramienta, lo que puede, incluso, llegar a convertirse en una traba.

Si lleváramos esta situación a otra familia de creaciones humanas, sin dudas el automóvil sería una competencia muy agresiva, de hecho en la historia de la humanidad las muertes por accidentes automovilísticos alcanzan cifras elevadas, y sin embargo, a nadie se le ha ocurrido plantear que esta es una competencia de aniquilación.
De la electricidad y la energía nuclear, ni hablar. Sin embargo, la vida cotidiana nos dice otra cosa, veamos un caso específico en que el humano, a partir de sus conocimientos, logra un uso controlado de estos potentes recursos.

Volviendo al tema inicial, la supuesta posibilidad de que lleguen las computadoras a pensar. Les propongo desmontar la pregunta, las respuestas y la posibilidad de que esto suceda o no. Tal vez debamos comenzar por establecer algunos convenios conceptuales y terminológicos que nos permitan comunicarnos con la menor ambigüedad posible.

En primer lugar, son las tecnologías, y por ende las computadoras, creaciones humanas. Es el hombre su diseñador y realizador. Es una tonta afirmación, ¿verdad?, pero… nos va a hacer falta.

Por otro lado, ¿a qué vamos a llamar pensamiento?

Este es un tema mayor: filósofos, sicólogos, siquiatras, físicos, químicos y otros innumerables especialistas no se ponen de acuerdo, y, de hecho, esta definición puede llegar a marcar los dos grandes bandos principales de filósofos, atendiendo a la relación pensamiento-materia.

Usando una “definición de manual”, creo que considerar el pensamiento como la capacidad del cerebro humano, a partir del contacto con el mundo real y las prácticas sociales, de reflejar el mundo exterior en forma de sensaciones, representaciones y conceptos, permite trazar  a MUY grandes rasgos una función que, según coinciden muchos teóricos, nos diferencia de los demás seres que habitan nuestro planeta. Está bien, vamos a tomar estas definiciones y trabajar con ellas.

El pensamiento es, entonces, el reflejo de la realidad objetiva en la materia que conforma el cerebro humano. Y entonces tendríamos que preguntarnos ¿a qué vamos a llamar reflejo?

Nos dicen “es la forma inconsciente de responder a estímulos externos, que permiten que la materia interactué con su entorno”. El reflejo -entonces- puede dejar huellas, por ende nuestro cerebro almacena “marcas” dejadas por el contacto con la realidad.

Estas “marcas” quedan almacenadas en forma de alteraciones en corrientes eléctricas, enlaces entre células de especiales características, sustancias químicas, en fin, hechos absolutamente materiales, objetivos, tremendamente complejos para el nivel de conocimiento actual, pero alejados de cualquier concepción que involucre en este proceso de reflejo a entidades inmateriales, supremas o como quiera llamárseles.
Es una realidad que la ciencia actual no sabe explicar al detalle la forma en que el cerebro soporta, construye y porta el pensamiento. Sobre estos temas, diversos equipos de investigación llevan años trabajando, y se han realizado tímidos avances.

Por tanto, no es descabellado imaginarse que el hombre, en su continuado desarrollo como ser social, llegará a desentrañar el papel de los protagonistas de eso que, en genérico, llamamos pensamiento.

Y, llegado el momento de conocer los detalles de este fenómeno material, real, bien podríamos suponer que su modelación, su representación, su reproducción sería posible… y tal vez podríamos llegar a reproducirlo en una herramienta, construida por el propio hombre….

Dá miedo hasta decirlo…herramientas que piensan….ya veremos….

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