Ojos ajenos.

OJOS AJENOS : INTERNET y la comunicación no verbal.

“Vista hace fe”, reza un refrán que pasa de generación en generación, resumiendo el temor que –de forma oculta- nos roza cuando oímos la interpretación que alguien hizo de algo.

Vivenciar un hecho suele partir de su visualización : “ver para creer” resulta otro resumen de sabiduría popular, donde se otorga credibilidad a partir del contacto visual.

¿Por qué esta marcada tendencia a someter la realidad a la acción de escudriñar para, solo entonces, validarla? ¿Es que –acaso- lo que vemos directamente no nos puede engañar?

O peor, ¿lo que alguien nos permite ver –a través de una fotografía o un video- no resulta ya una interpretación filtrada de la realidad?

Sin dudas, las sensaciones visuales, la vista, es un canal de gran protagonismo para la conexión hombre realidad, y justo en esta relación es que INTERNET cobra una inesperada dimensión.

Los aedas, El Cantar del Mio Cid o el de Roldan, la Biblia, las historias de Marco Polo o de Cristóbal Colón, todos son instrumentos de visualización, donde el curioso que se asoma puede descubrir cómo otras personas vieron ciertos sucesos, y desde este punto de vista ajeno, formar sus propias representaciones de personajes y eventos, construir opiniones y “certezas”.

Hay una novedad innegable en el hecho de poder mantener un contacto visual con eventos que, unos años atrás, se hubieran mantenido como patrimonio privado de ciertos grupos humanos.

Cuando se constata el éxito de un sitio como YOUTUBE, dedicado en lo fundamental -por el momento- a intercambiar archivos de imágenes y sonidos, estamos presenciando una declaración generalizada de cuán importante resulta -para el humano promedio- la visualización de otras experiencias.

De hecho, cada vez más, la memoria cultural de cada individuo está siendo formada por las imágenes que alguien tomó para nosotros : no estuvimos en la luna, ni junto a los deportistas en la reciente Olimpiada, ni en el entierro del Papa Juan Pablo, ni en el zapatazo de Bush, pero todos tenemos nuestra propia representación de cada uno de estos sucesos a partir de las imágenes que alguien nos “prestó”.

Y esto, como muchas otras cosas, puede ser visto desde dos puntos de vista distintos.

El malo:

Realmente somos manipulados a diario por los creadores de imágenes. Si, MANIPULADOS.

Cuando un camarógrafo toma con su cámara un cierto evento, sin dudas nos está dando la oportunidad de conocer su visión del suceso en cuestión, desde su ángulo, donde se incluyeron y se excluyeron un grupo de participantes. No vemos el hecho, sino lo que nos presentan del mismo. Incluso, hay muchos hechos que no se nos presentan, de ninguna forma.

Cuando el editor prepara el material audiovisual que se nos presentará a través de la televisión, el cine o las redes informáticas, no lo hace independientemente de su propia visión de lo sucedido, de su opinión, de sus convicciones y lógicamente, de los intereses de quienes le “encargan” el trabajo.

De esta forma escoge, selecciona, organiza, elimina o sustituye elementos de los que se han puesto a su disposición, dejando solo aquellos que le permitan realizar con efectividad su intención comunicativa. Y así llega al resultado final que nos presenta como “fiel reflejo de lo sucedido”.

El bueno:

El don de la ubicuidad no es propio del humano. Si usted está aquí, ahora, podrá visualizar lo que a su alcance suceda, incluso no solo ve, sino oye, y mejor que eso, siente, integra sensaciones, percibe, hace empatía con otros participantes con distinto nivel de protagonismo.

Por tanto, ver lo que alguien está viendo en otro lugar, en este mismo momento o con una diferencia mínima de tiempo, es -sin lugar a dudas- una experiencia que puede enriquecer sustancialmente la formación de nuestro particular banco de conocimientos y experiencias. Con cuidado, pero ¡si, indiscutiblemente puede ayudar!.

Cuando, por citar solo dos ejemplos simples, se extendían por la red las imágenes de un supertanquero secuestrado en las cercanías de las costas de un país africano, rodeado de pequeñas lanchas con personas armadas, se estaba ante un suceso que, al decir de los redactores de la noticia, venía acaeciendo desde varios años, aunque parecía imposible que en la era de la navegación satelital y las computadoras de bolsillo renacieran prácticas aparentemente propias del siglo XVIII o XIX. Oírlo es una cosa, pero ver las fotos permitió ganar en conciencia de la magnitud y la repercusión del suceso en el actual estado de la civilización humana.

Igual sucedió con otro evento, de pequeña dimensión físicamente hablando, pero de consecuencias históricas, cuando un simple periodista, desarmado, no se pudo contener y lanzó sus zapatos contra el poderoso hombre al que se deben muchas muertes de personas inocentes y -de alguna forma- simboliza lo peor de la actual civilización “occidental”, que una vez más, poco tiene de civilizada y mucho de prepotente, arrogante e interesada : ejemplos como las cruzadas, la colonización de las Américas y las recientes guerras en el medio oriente mantienen sospechosos rasgos comunes.

La visualización de este último hecho, en el que -incluso- solo el improvisado lanzador salió herido, matizó, caracterizó, o mejor, dio un inusitado vuelco a las campañas que, encabezadas por la televisión y la prensa plana, pretendieron dar un cierre formalmente aceptable a un extenso período de sufrimientos impuestos a muchas personas de este planeta. Y fijaron en las mentes de grandes multitudes -no solo de esas zonas geográficas- la imagen de una postura de rechazo inequívoco.

Citar estos dos ejemplos tiene un mismo objetivo : INTERNET no solo permite acceder a fuentes de información textual, o intercambiar mensajes, o comprar y vender cosas, o descargar música, entre otras tantas opciones. Lo que, a través de las redes (llámense INTERNET o de cualquier otra forma), nos llega a diario, está formando parte de las construcciones mentales que hacemos incesantemente a partir de nuestros contactos con la realidad, aunque ahora, en esta variante de contacto, esta sea una realidad mediatizada.

Cuando, años atrás, se decía que viajar incrementaba sustancialmente la cultura de las personas, la referencia venía sustentada en el hecho de que, al permitirse al viajero contactar con otras realidades, este podría obtener sus propios juicios al respecto, los que, almacenados convenientemente, le servirían después para filtrar sus análisis y juicios.

Pues resulta que, ahora, no solo viajando de forma convencional se puede obtener este -en ocasiones- saludable contacto con otras realidades, o, mejor, existe una nueva variante de viaje (que no sustituye la vivencia directa, obviamente) que permite algo esencialmente nuevo, que es una especie de multipresencia, desde donde podemos “participar” en eventos geográficamente dispersos, simultáneos y diversos.

Y esto no está nada mal, aunque indudablemente, entraña muchos de los riesgos del viaje convencional: solo suele verse lo que nos quieren enseñar, y lo que no, hay que buscarlo con mucha perseverancia, y con riesgos imprevistos de encontrar lo que no se esperaba -o deseaba- encontrar.

Es -entonces- INTERNET una herramienta de construcción de la memoria cultural humana. Y esto es con mucho, distinto a la dimensión tecnológica con la que se le quiere caracterizar. Es más, no es saludable concebir la repercusión de INTERNET en el actual desarrollo de la sociedad humana como la posible repercusión de una tecnología más, como puede ser el automóvil o los equipos de música. No. Es mucho más.

Nos permite INTERNET visualizar realidades distantes a nuestro limitado alcance físico. Y, ¡MUCHO CUIDADO! no solo visualizar imágenes ajenas, sino exportar las nuestras, a partir de las cuales otros construirán sus propias representaciones.

Este proceso se aleja sistemáticamente de lo textual, yendo a buscar en la imagen el portador efectivo de matices difíciles de expresar con idiomas necesariamente limitados en su alcance geográfico.

Y de esta última aseveración surge dos interrogantes :

• ¿Estamos igualmente instruidos para desentrañar los detalles portados por los textos que los soportados en imágenes?¿Son los actuales procesos de alfabetización igualmente efectivos en la preparación de las personas para la lectura y la escritura de ideas en ambas modalidades?

• ¿Deficiencias en este sentido no vendrán a acentuar la cada vez más preocupante brecha digital?

Enrique Bris
25/12/2008

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