Los más diversos protagonistas de los escenarios tecnológicos están apuntando en la dirección de una estrategia de trabajo conocida como “la nube”, donde los servicios informáticos que usamos no se encuentran alojados en nuestra computadora local (la que tenemos en nuestra mesa de trabajo o nuestra laptop) sino que "viven en internet" , en servidores alojados por el mundo, y no nos enteramos ni de quién los mantiene funcionando, ni quién los protege de los virus o instala las actualizaciones necesarias. Y esto…pues suena tentador.
De inmediato han surgido furibundos detractores y fanáticos defensores; no obstante esta división de opiniones, hay algunos indicadores “tecnológicos” que pueden hacernos pensar que si, al menos se está apuntando hacia una simplificación de la herramienta informática que vamos a tener con nosotros (nuestra computadora personal) lograda a partir de pasar la responsabilidad del grueso de los cálculos y operaciones a los servidores que dan soporte a la red, donde se instalarán y mantendrán las herramientas que a diario usamos, y se archivarán nuestros datos…y esta parte ya comienza a producir ciertos resquemores, cuando se nos ocurre pensar: ¿y quién me garantiza la privacidad de acceso a mi información?
Quo vadis, tecnologías?
Por el momento los temas oscilan entre lograr procesadores menos consumidores de energía (para que las baterías nos duren más), baterías más "ecológicas" y duraderas, conexiones a las redes lo suficientemente robustas y ágiles como para que puedan desempeñarse con éxito ante nuestras exigencias, y…por el otro lado, procesadores más potentes (como el z196 de IBM), conexiones más rápidas, como el enlace fotónico proyectado por investigadores de INTEL, nuevas tecnologías de almacenamiento como las propuestas a partir del desarrollo de los memristores, en fin…el tiempo dirá.
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