2 mil billones de veces la Biblia.

Hace poco leíamos : Internet procesó 9,57 zettabytes de información en el
2008 (para los curiosos,11 298 261 810 265 626 173 767 bytes, más de 11
000 trillones de bytes)… y esta redacción nos dejaba imperturbables.

En verdad, no es fácil percatarse -a primera vista- de la magnitud de esta
declaración hecha por científicos de una universidad de San Diego. Hay que
regresar un poco en la historia para llegar a tener cabal idea de lo que
esta declaración significa, e incluso, hacer esta retrospectiva de la mano
de un protagonista que nos acompaña ya hace un buen tiempo: el libro, que
nos permitirá poner este suceso en "perspectiva", entenderlo, sopesarlo.

La relación del hombre con el libro data de fechas tan lejanas como el año
868 de nuestra era, cuando se tradujo al chino el Vajracchedika Sutra
(Sutra del Diamante), un texto budista, siendo este el primer libro
impreso que se conoce.

La definición de "libro" desde aquella época ha sido (más o menos) "obra
impresa, manuscrita o pintada en una serie de hojas de papel, pergamino,
vitela u otro material, unidas por un lado (es decir, encuadernadas) y
protegidas con tapas, también llamadas cubiertas".

Aun cuando la intención de dejar por escrito determinados asuntos (ya
fueran económicos, religiosos o de otra índole) es muy anterior,
ubicándose las primeras muestras conocidas en Egipto, con jeroglíficos
esculpidos en piedra sobre los años 2400 antes de nuestra era, seguidos
por textos asentados en papiros sobre los 600 a.n.e., no es hasta el siglo
XI que -también en China- se inventa el uso de bloques desmontables
móviles de madera que podían combinarse para componer distintos textos.

Este -tal vez- fue el detonante de nuevos inventos que permitieron la
popularización del conocimiento adquirido por la humanidad.

Sin embargo, las propias características del alfabeto chino, con más de
7000 caracteres (llamados kanjis o ideogramas) , tornarían inoperante el
invento para ellos mismos, y lo dejarían listo para su uso posterior en
otras culturas, que habían estado haciendo uso de los libros, pero
confeccionándolos a mano, confeccionados y copiados por esclavos y
personal propio de iglesias y conventos.

Es el orfebre alemán Johann Gutenberg (c.1400-1468) el reconocido como
"inventor" de la imprenta, aun cuando los propios historiadores se
muestran de acuerdo sobre el hecho de que en China, desde el siglo II de
nuestra era, ya eran conocidas y utilizadas técnicas para imprimir libros,
y el origen de estas prácticas se ubicaba 100 años antes, con la impresión
de dibujos sobre tela.

Hay que entender que la invención, en esta misma región geográfica, del
papel, vino a favorecer el desarrollo de estas técnicas, eliminando las
trabas impuestas por otros soportes como el papiro y el pergamino, que
poco favorecían estos novedosos métodos de impresión.

Volviendo al orfebre alemán, cuando entre los años 1450 y 1456 quedó
concluida la obra conocida como la Biblia de Gutenberg, Biblia de Mazarino
(político francés dueño del ejemplar que por primera vez llamó la atención
de los especialistas en 1760) o la Biblia de 42 líneas, la humanidad
estaba inaugurando un hito, un punto de referencia en su historia. El
libro, algo que había estado reservado para las élites dado su elevado
costo, comenzaba paulatinamente a resultar asequible a bolsillos menos
poderosos, algo que a nivel de finales del siglo XIV, con el inicio del
Renacimiento, resultaba muy bien aceptado.

A partir de esa fecha, todo cambió: entre 1450 y 1500 se publicaron más de
5000 obras distintas, y las imprentas se multiplicaron por toda Europa. Y
pasaron los años, se perfeccionaron las imprentas, aparecieron nuevas
variantes, se abarató el proceso, llegando a facilitarse en extremo la
tenencia de una de estas herramientas (más bien, sus descendientes) a
nivel doméstico, ahora llamadas simplemente impresoras. No obstante, el
soporte papel seguía siendo factor común de esta intención de hacer
perdurar los conocimientos alcanzados…y matizando todo este quehacer,
desde su obtención a costa de la tala de árboles, hasta su mantenimiento,
proceso con un alto costo.

Sin embargo, ahora estamos asistiendo a una convulsión del sujeto "libro",
cuando lo vemos despojado de su soporte convencional, y convertido en
información portada en unos y ceros, algo a lo que -definitivamente- no
estábamos acostumbrados.

¿A dónde se fueron las hojas con las que jugueteábamos durante la
lectura?¿Y las portadas con dibujos, en materiales más robustos, para
proteger su contenido?¿Y el olor del papel, la tinta, la goma? ¡No, esto
no es el libro que conocemos!

Pero bueno, en verdad ¿qué es lo importante?¿el portador o el contenido?

La respuesta no es simple, nos habíamos acostumbrado a llamar "libro" a
todo un sistema de impresiones que recibíamos: su peso, su visualidad, las
sensaciones táctiles y olfativas que nos despertaba… y ¡claro (afirmamos
finalmente) también a los textos que contenía! Y ahora, estos textos en
una pantalla…¡ya no es lo mismo!

Y es cierto: ¡ya no es lo mismo! Ahora podemos llevarlos a cualquier lugar
(no uno, sino cientos de ellos en un cuadradito plástico del tamaño de un
sello de correos, ver-entre otros- el SSD de Sandisk), consultar varios a
la vez, enviarlos por teléfono a otras personas, o recibirlos de ellas, no
se deterioran, no se mojan, no se ensucian, cuestan centavos, podemos
ajustar el tamaño de la letra que más nos convenga, podemos subrayar una
parte (sin que esto se considere un crimen de" lesa literatura"), y -tal
vez- lo mejor de todo: se ha facilitado extraordinariamente el acceso de
la humanidad a su contenido, el conocimiento.

Cuando -con elevada frecuencia- oigo decir: ¡Que va, no es lo mismo!¡Yo no
cambio mi libro de papel y tapa dura por una pantalla! pienso que el autor
de la frase no se está refiriendo realmente a la lectura, sino más bien a
la tenencia del objeto libro. Con todo lo que de fetichismo e idolatría
esta frase pueda contener. Y también de restricciones en su acceso, y de
complejidad en su mantenimiento. De las actualizaciones, ¡ni hablar!

Es en este sentido de la tenencia del objeto libro que -en casos extremos-
vemos como un ejemplar de esta familia es subastado públicamente, siendo
adquirido a la desmesurada cifra de 11,5 millones de dólares. Este fue el
caso del 'Aves de América', del naturalista John James Audubon, un impreso
con más de 1000 ilustraciones sobre 500 especies, que tomó 12 años en ser
confeccionado por su autor (1827 - 1838).

Ahora, este no es el único título con records a su haber, ¡nada de eso!.
Se reconoce como el más traducido a la Biblia, seguida por…Pinocho, siendo
parte de esta lista El pequeño príncipe, El Corán, Harry Potter, Sherlock
Holmes, Don Quijote…

Entre los más vendidos, Historia de Dos Ciudades, de Charles Dickens, El
Señor de los Anillos y El Hobbit, de John Ronald Tolkien, El Pequeño
Príncipe, el tan debatido Código de Da Vinci, del norteamericano Dan Brown…

Pero, volviendo al inicio, que en 2008 Internet procesó 9,57 zettabytes de
información, sigue siendo algo que evade nuestra comprensión, hasta que
hagamos una simple comparación: un ejemplar de la Biblia (por usar el
famoso ejemplo del conocido trabajo de Gutenberg) en soporte digital (un
archivo informático compuesto por ceros y unos) puede llegar a ocupar 5 Mb
(5 millones de Bytes, 40 millones de cero y unos) en un tipo de formato
conocido como PDF, por tanto, en 2008 la red procesó…2 243 124 079 363 081
( más de dos mil billones) de veces la Biblia.

Esto no implica que toda esta información pueda ser considerada
"significativa", no todo es conocimiento valioso que viene a resolver
nuestros problemas…pero bien puede significar un colosal potencial que
estos escenarios tecnológicos ponen a nuestra disposición, en la intención
de facilitar el acceso al -muy necesario- conocimiento.

El balance, la relación entre lo baladí y lo útil…eso sigue siendo (desde la época del
famoso orfebre alemán) responsabilidad humana: poco siguen teniendo que
ver las herramientas con esta elección.

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