¿NeoAprendizaje?


Ver "en el espacio", imaginarse algo… todas son figuras idiomáticas
relacionadas con los procesos propios del pensamiento humano, en especial
el relacionado con la creación de nuevas realidades.

Diseñadores industriales, ingenieros, arquitectos y otros tantos
especialistas de diversas ramas suelen acudir a estos "recursos" para
encontrar soluciones a sus problemas, sean propios de la reconstrucción de
una cabeza de fémur, del diseño de un mobiliario ergométrico o la creación
de nuevas edificaciones, incluyendo el vestuario, los vehículos, la
carpintería y otras tantas familias de objetos.

Los profesores de alguna de estas escuelas suelen conocer de cerca la
complejidad de la afirmación "ver en el espacio", algo a medio camino
entre la ficción, la religión y el conocimiento: se acuñan -incluso-
frases del tipo "lo veo…pero ¡no lo sé explicar!".

Este es un tema complejo: mientras la humanidad gasta gran parte de su
tiempo "operativo" en aprender (de forma guiada) a leer, escribir y
expresarse con palabras (el conocido proceso de la alfabetización), la
expresión que involucra el uso de imágenes suele ser desarrollada
-prácticamente- de forma intuitiva; excepto en especialidades bien
determinadas, los humanos no recibimos durante los períodos de enseñanza
(primaria, secundaria, preuniversitaria e incluso universitaria) más que
rudimentos de un sistema de comunicación que puede -al menos- complementar
muy bien al uso de los textos (escritos o pronunciados).

Y esto tiene -a no dudarlo- repercusión en nuestro desempeño en el uso de las imágenes.


Tan es así que durante años, aun con un marcado desarrollo de la
herramienta informática, capaz de realizar los más complejos cálculos
numéricos (potencial sustento de imágenes de todo tipo), la confección de
visualidades en soporte digital se mantuvo -"pudorosamente"- en un segundo
plano: no fue hasta mediados de la década de los 90 del siglo pasado que
empresas como AutoDesk (y otras tantas) desarrollaron herramientas propias
de la modelación bi y tridimensional (AutoCAD, 3DStudio y semejantes).
 
Esta etapa fue -afortunadamente- superada, y aparecieron herramientas
ligeras como SketchUP, de la -omnipresente- empresa Google, que -ajeno a
la potencia de la computadora con que se cuente- permite "experimentar" la
creación de modelos planos y espaciales, desde una perspectiva netamente
matemática. Solo los que han intentado construir algo semejante con reglas
y cartabones saben la magnitud del "salto". Y hasta aquí, todo estuvo
bien, pero…

Recién aparecían un grupo de notas en las secciones científico-técnicas de
diversos medios de prensa en la red, que hacían pensar en -tal vez- una
broma, una exageración, devenida de una emblemática película de ciencia
ficción: La Matriz.

En esta historia en 3 "capítulos", los protagonistas de un mundo a medias
entre realidad material y pensamiento, podían solicitar que se les
"inyectara" en su cerebro un determinado conocimiento, lo mismo un curso
para pilotear una aeronave que las habilidades necesarias para enfrentar
un combate cuerpo a cuerpo desde el punto de vista de un experto en artes
marciales. No debían experimentar: solo esperar unos segundos, y ya podían
desempeñarse como si hubieran tenido una extensa etapa preparatoria,
prácticas incluidas.

Y, para la película, pues…estaba bien: ¡teníamos desconectados los filtros
propios de la incredulidad!

Pues bien: ahora la revista Science publica un artículo, de autores
norteamericanos (Universidad de Boston) y japoneses (Laboratorios de
Neurociencia Computacional ATR)
, donde plantean que es posible inducir
imágenes en el pensamiento de una persona, utilizando un aparato de
resonancia magnética funcional (fMRI, por functional Magnetic Resonance
Imaging ).


Este proceder se puede aplicar en diversas situaciones, como cuando un
individuo necesita aprender lo necesario para desarrollar una determinada
actividad (laboral, deportiva, musical o de otra índole).

Takeo Watanabe, neurocientífico y autor principal del artículo, plantea
que atendiendo a la relación posiblemente existente entre zonas del
cerebro relacionadas con la visión y las encargadas de tomar decisiones,
grupos de científicos han realizado distintos experimentos en los que han
inducido en la mente de grupos de personas patrones producidos por una
determinada habilidad.

Aun cuando los sujetos participantes no estaban conscientes de lo que
aprendían, se demostró que su rendimiento mejoraba en lo relacionado con
el tema en cuestión.

¿Esto podría significar que -algún día no muy lejano- podremos contar con
sistemas de aprendizaje acelerado, lo que -obviamente- nos permitirá
avanzar aceleradamente en determinados sectores del quehacer humano…?

No obstante, -desde ahora- podemos avizorar la de detractores que ha de
tener que enfrentar esta idea en un mundo donde desde hace unos cuantos
milenios, los procesos de enseñanza y aprendizaje se realizan a nivel de
pizarrón, pupitres y paciencia…¡mucha paciencia!

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