Recientemente leíamos: se intercambian en Flickr (sitio WEB propiedad de Yahoo, dedicado a la muestra e intercambio de fotografías) 3125 imágenes cada minuto, y esto, visto desde el ángulo de que este servicio ya tiene varios años de funcionamiento, puede parecer…normal: un sitio establecido, respaldado por una empresa de cierto renombre gracias al buscador original.
Pero, los datos continúan: en Instagram (una aplicación para teléfonos tipo smartphone, dedicada
a la socialización de imágenes, recientemente adquirida por Facebook a un
precio astronómico) se intercambian más de 3600 fotografías por
minuto… y esto comienza a ser ya una cifra interesante: vamos por más de 7500
fotos intercambiadas a través de la red POR MINUTO.
Y alguien puede pensar: ¡claro, no hay nada raro en esto!
Para eso es que vienen ahora los teléfonos y los tablets con cámaras
incorporadas, para que ante una realidad (que nos
sorprende, admira o simplemente llama nuestra atención) podamos
fijarla, hacerla imperecedera, y -además,
muy importante- podamos intercambiarla o mostrarla a otras personas
que no estuvieron en ese instante con nosotros.
De aquí esta avalancha de
imágenes que recorre el mundo a cada instante, y permite conocer lo que antes
ni soñábamos en poder darle un vistazo, lo que hace que -hoy por hoy- las
especificaciones de las cámaras que acompañan a tanto dispositivo ligero que
anda por ahí vengan a caracterizar tan fuertemente a sus portadores, sean
teléfonos u otro tipo de equipamiento.
Las apuestas son diversas: cámaras digitales cada vez más
potentes, con mejor óptica, mayor resolución, doble flash para permitir una
secuencia de disparos de menor intervalo entre una y otra, incluso doble
cámara, para lograr los tan llevados y traídos efectos 3D, a partir de combinar
dos ángulos de observación sutilmente distintos, tal y como hacemos los humanos
con nuestro sistema de visión binocular.
El asunto -una vez
más- gira alrededor de la comunicación entre
humanos: intuitivamente sabemos que la imagen, como portador de mensajes, es
una herramienta muy poderosa. Más de una vez recurrimos a ellas para expresar
un pensamiento de complejos matices: gesticulamos con manos, cuerpo y cara,
trazamos en el espacio marcando una volumetría, una silueta, un ritmo; buscamos
un papel y un lápiz para exponer detalles de una idea; modelamos con diversos
materiales nuestras propuestas, para que sean vistas, evaluadas, entendidas.
Últimamente usamos pantallas para todo: a través de ellas
logramos “estar” donde no -realmente- estamos,
vemos lo que otros están viendo, mostramos el mundo a nuestro alrededor.
Incluso, el intercambio de imágenes ha complicado la labor
de los buscadores: los desarrolladores de Google llevan tiempo tratando de
comprender los detalles de todo lo relacionado con la búsqueda de imágenes,
resulta una práctica distinta a la llevada a cabo con las palabras. Cuando
propusieron Picasa, estaban materializando varias de las propuestas a las
que habían arribado, incluyendo el reconocimiento de rostros (algoritmos que se han ido extendiendo a otros usos,
incluyendo la detección de personas en tiempo real desde las tomas hechas por
cámaras de televisión en la vía pública), y también la inclusión de
filtros de búsqueda antes no vistos, como buscar por colores (por ejemplo, mostrar solo imágenes “rojas”).
Se comenta que también están trabajando en buscar “una imagen parecida a esta”,
algo que resulta bien ambiguo, pero…otras muchas supuestas fronteras han sido
vencidas, habrá que esperar!
Pues bien, toda esta historia comenzó hace 20 años, en julio
de 1992. Y nada menos que en el hoy muy nombrado CERN, centro europeo
dedicado a la investigación nuclear de donde -en julio 2012-
se recibiera la noticia del (probable)
descubrimiento del famoso Bosón de Higgs, partícula que debe
ayudar a consolidar importantes teorías sobre el surgimiento y desarrollo del
universo. Fue allí donde Tim Berners-Lee (el "padre de internet", creador de la WWW, World Wide Web)
y su equipo estaban desarrollado una nueva versión del sistema que propiciaba
el intercambio de información de forma “simple” sobre redes informáticas y de
telecomunicaciones, donde ahora también se podían intercambiar imágenes.
Por esta razón, y buscando un ejemplo que pudiera servir de
“conejillo de Indias”, Berners-Lee solicitó a Silvano
de Gennaro, otro investigador del CERN, alguna imagen de prueba,
recibiendo en respuesta una imagen en un archivo formato GIF que habían estado
editando recientemente en la versión 1.0 de PhotoSHOP sobre una máquina Apple Macintosh.
Y no de un experimento, ni de un nuevo
instrumento de trabajo, sino de…un grupo musical nombrado “Les Horribles Cernettes”
compuesto por 4 trabajadoras del CERN cuyo “manager” resultó ser el propio Silvano
de Gennaro.
Las canciones interpretadas por llevaban títulos sugerentes
para este especial público, compuesto por científicos e investigadores: “Colisionador”, “Nitrógeno Líquido”, “Mi
Novio es un Premio Nobel” y así… las Cernettes siguen en activo hasta
hoy, después de asegurar, sin quererlo, su presencia en la historia de ese
macro evento en que se convirtió INTERNET.
La opinión de algunos teóricos de la red es que, a partir
del momento en que esta foto fue “compartida”, todo cambió: la red pasó
de ser una herramienta dura, dedicada al intercambio de resultados de
investigaciones de grupos “serios” a -potencialmente
- ser también un divertimento, y -sin estadísticas al respecto- fácilmente hoy se puede afirmar
que porcentualmente, la mayor parte del tráfico de datos está dedicado a este
trasiego de puntos en colores, a los que llamamos “imágenes”.
¿Cuál será la
próxima incorporación?
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