Pensamiento y Computadoras...2da parte.

Este es el segundo intento de acercamiento al muy escabroso tema de obtener respuestas a la pregunta ¿llegarán a pensar las computadoras? Nuestro enfoque será llegar a desmontar la situación, conocer los componentes y aventurar -a niveles básicos- algunas suposiciones.

Existen, desde hace más de 1 siglo, múltiples equipos de teóricos de las más diversas ramas del quehacer científico, que investigan sistemáticamente, la forma en que el hombre se relaciona con el medio, y el uso que da a esa especial parte de su cuerpo al que -un día- llamaron cerebro.

Hasta el momento, que se conozca, ninguno de estos grupos de científicos ha encontrado magia. Solo han ido descubriendo realidades hasta ese momento desconocidas, muchas de ellas aún por explicar, pero solo eso, desconocimiento puro y duro, el que -afortunadamente, como ha demostrado la historia- en todos los casos resulta una situación salvable: el desconocimiento termina rindiéndose al estudio, la investigación perseverante, la colaboración científica, el experimento esclarecedor.


A estos intentos vamos a dedicar el comentario de hoy.

Por tanto, como una primera -y muy osada- suposición, podríamos arribar a la siguiente: el hombre, la sociedad humana con sus equipos de investigadores y científicos, llegarán a conocer los fundamentos materiales objetivos que sustentan eso que llamamos pensamiento.

Habrá un día en que los velos de misterio que han mantenido ocultos estos ámbitos humanos se abrirán, y conoceremos como la interacción entre física, química, biología y otros tantos protagonistas, dan lugar a esa actividad -supuestamente- privativa del ser humano, tal y como lo conocemos y entendemos hoy. Y entonces -válgame Dios, diría Cervantes- podremos crear un modelo funcional de los mecanismos que dan al hombre esta especial posibilidad de pensar.

Aclaro, esto es solo una suposición, está por llegar este día que nos permita tamaña osadía. Pero, mucho cuidado a los escépticos: el que diga que esto NUNCA VA A SUCEDER, está diciendo, a la misma vez, EL HOMBRE NUNCA PODRA LLEGAR A CONOCER LAS BASES FUNCIONALES Y OBJETIVAS que permiten eso que llamamos pensar. También está diciendo que hay órbitas de la realidad que escapan a la comprensión humana, y se mantendrán inaccesibles por los siglos de los siglos… Y entonces, el hombre, como ser social, dejará de ser todopoderoso, como muchos coinciden en catalogarlo, desde las más disímiles tendencias del pensamiento.

Por tanto, hecha esta SUPOSICION -o sea, llegaremos a conocer cómo el hombre piensa, cuál es la base funcional, material y objetiva del pensamiento- seguimos avanzando, a la búsqueda de respuestas a la pregunta ¿llegarán a pensar las computadoras?

En esta línea de análisis, estaría por definir también ¿qué es una computadora?.

Esta es una respuesta que podría tomar tiempo construirla en detalle, por lo que vamos a esbozar un esquema simplificado, en el que vamos a considerarla una herramienta más, elaborada por el hombre, en la que deposita su actual nivel de conocimientos, y utiliza para resolver problemas diversos, desde acceder a datos generadas por otros hombres, hasta generar personalmente nuevas informaciones.
Por tanto….

Si admitimos (entonces) la base material del pensamiento, la posibilidad del hombre de lograr el conocimiento del mundo que lo rodea y la condición de herramienta de la computadora, si afirmamos que no podrá JAMÁS pensar la computadora, de hecho -posiblemente- estamos haciendo varias afirmaciones paralelas :

1.    la limitación no es de la computadora, sino de su creador que no logrará que su herramienta piense….

2.    el hombre nunca logrará desentrañar los detalles de la forma en que el cerebro, órgano material soporte del pensamiento, cumple su función, y por ende, no podrá reproducirlo.
Estas no parecen afirmaciones muy felices, llegando a rozar las posturas en que se considera el pensamiento como una entidad independiente de la materia, del organismo humano, respondiendo a leyes “divinas”, ajenas e inalcanzables a toda comprensión humana.

Una parte de la humanidad ha ido construyendo una extensa colección de declaraciones de imposibilidad:

•    Nunca el hombre podrá controlar el fuego.
•    Nunca el hombre podrá volar.
•    Nunca el hombre podrá llegar a la luna.
•    Nunca el hombre podrá dividir el átomo.

La lista podría continuar indefinidamente, y siempre aparecerán nuevas barreras –aparentemente- infranqueables, que son justamente las que tientan al intelecto humano a demostrar lo contrario. Cada nueva IMPOSIBILIDAD ha sido asediada, atacada sin piedad y sometida -más temprano que tarde- por el quehacer humano.

Hoy día, cuando aparecen nuevas formas de trabajo bajo esquemas colaborativos, en los que numerosas personas se organizan en equipos -antes ni soñados- para aunar esfuerzos en pos de un resultado sin tomar en cuenta las limitaciones geográficas, idiomáticas, filosóficas y de otros muchos tipos, cada vez son menos las trabas que se mantienen en pie, cada vez es más pequeño el período de tiempo en que se mantienen inalcanzables.

Por tanto, llegamos a una -posible- conclusión…parcial: a título personal confío en que este caso del que tratamos hoy, no sea la excepción en este continuado ejercicio de desmentidos. Ya veremos…

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