La leyenda del Golem

Pocas veces se ha visto al mundo tan conmovido ante un suceso científico o tecnológico como desde hace unos días, cuando que el científico norteamericano Craig Venter hizo una declaración inusual: su equipo de investigadores logró crear lo que dicen es la primera célula controlada por un genoma sintético.

Bueno, hasta aquí, poco nos dice a los simples mortales esta declaración. Sin embargo, los cintillos de la prensa internacional, a partir de entusiastas declaraciones de algunos seguidores, nos han brindado otro punto de vista, más esclarecedor cuando nos dicen: Científicos crean una célula “artificial”.

Según la declaración de algunos teóricos, éste es el primer paso hacia la creación de vida artificial y algún día se podrían crear bacterias para, por ejemplo, producir combustibles o ayudar a absorber gases contaminantes y resolver otros problemas ambientales. Los científicos del Instituto J. Craig Venter, que ya habían creado el genoma sintético de una bacteria, ahora lograron, gracias a los avances en nanotecnologías y herramientas informáticas asimiladas creativamente, trasplantarlo a otra y producir lo que dicen es una célula artificial.  Y esta es, exactamente, la declaración que ha producido un fuerte estremecimiento en campos tan discimiles como los de la política y la religión, pasando por la ética y el mercado.

Justo a este suceso, generador de tan diversas motivaciones, vamos a dedicar nuestro comentario de hoy.

Hasta el pasado 20 de mayo de 2010 se pudo hacer una declaración que parecía inamovible: toda célula viva proviene de la división de otra célula. Y esto ha caracterizado la existencia y la evolución de todos los organismos de la Tierra desde hace 3.500 millones de años. Pero la célula supuestamente creada por Craig Venter no proviene de otra, porque su genoma, la información por la que la célula se desarrolla y reproduce, es pura química: ha sido sintetizado en un tubo de ensayo. La materia inerte animada por el hombre -el mito del golem según la Biblia y el Talmud- ya vive entre nosotros.  Y esta es una declaración MUY SERIA, tan seria que el propio Vaticano ha pedido precaución y reserva ante el tema, y el actual gobernante de los EEUU ha pedido a la Comisión Presidencial para el Estudio de los Asuntos de Bioética que analice las implicaciones que tiene el descubrimiento. La citada Comisión debería considerar tanto los supuestos "beneficios" como los potenciales "riesgos" del hallazgo en la medicina, el medio ambiente, la seguridad o la salud.

Pero…a ver…¿de qué estan hablando? Bueno, pues es simple (entre grandes comillas). Es muy problable que usted recuerde la película Parque Jurásico, donde un grupo de científicos, después de encontrar mosquitos conservados desde épocas remotas en un bloque de ambar, tomaban muestras de la sangre que estos habían chupado a dinosaurios vivos en aquel momento, y reconstruían la cadena de ADN de estos animales. Que ¿qué es la cadena de ADN?

Bueno, en una versión simplificada y según algunos fuentes de popularización científica, el ADN porta la información necesaria para que las células puedan cumplir con dos funciones esenciales para la vida: primero dirigir la síntesis de proteínas necesarias para desarrollarse, y segundo, garantizar el proceso de replicación o copia, léase la reproducción y transmisión de información de una célula a su propia descendencia. En resumen, el ADN guía y permite el desarrollo y la reproducción de los organismos.

Pero bueno, y ¿qué fue lo que hizo este grupo de científicos? pues nada menos y nada más que casi lo mismo que vimos en la película de ficción de Steven Spielberg:  después de conseguir una determinada  cadena de ADN, la injertaron en una célula viva a la que se estirpo su propio ADN, y que, a partir de aquí, al desarrollarse y reproducirse según este código suministrado, dió lugar a un organismo…nuevo, por decirlo de alguna forma.

Lo que pasa es que aquí hay un agravante: el equipo de Craig Venter NO TOMÓ EL ADN DE OTRA CELULA, SINO QUE LO CREO TOTALMENTE EN SUS LABORATORIOS, a diferencia de lo que vimos en la película.

Bueno, esta bien…y esto ¿qué tiene de novedoso? Según estos entusiastas investigadores, estamos en los umbrales de la creación de organismos de diseño. ¿Qué significa esto? Por ejemplo, entre los primeros proyectos de Venter está diseñar -escuche bien- DISEÑAR un alga que fije el dióxido de carbono atmosférico y lo convierta en hidrocarburos, utilizando la energía de la luz solar, para lo que trabaja en colaboración con la petrolera ExxonMobil (y ya esto es algo que comienza a preocuparnos). Otros proyectos buscan acelerar la producción de vacunas y mejorar la producción de ciertos ingredientes alimentarios, o diseñar microorganismos que limpien aguas contaminadas.

Esta investigación tomó 15 años de trabajo y la inversión de cerca de 40 millones de dólares, según sus declaraciones.

Vayamos despacio…esto puede significar una salto cualitativo de dimensiones tan desmesuradas que va a tomar mucho tiempo para ser digerido convenientemente por la sociedad humana.El propio Craig Venter ha solicitado, en declaraciones a un diario inglés, que se controle su uso, «Creo que las regulaciones existentes no bastan y como inventores y responsables de su desarrollo queremos ver que se hace todo lo posible para prevenir abusos».

Las opiniones están -ahora mismo- divididas en 3 grandes grupos: los seguidores, los detractores y los escepticos. Por ejemplo, moviéndose entre la aprobación y el temor, Julian Savulescu, director del Centro Uehiro de ética práctica de Oxford ha declarado :”Mucha gente va a pensar que el problema ético fundamental es que se trata de jugar a ser Dios. Pero la cuestión principal para mí es que esto tiene beneficios potenciales sin precedentes: el desarrollo de nuevos biocombustibles, la capacidad de hacer frente a la contaminación, los nuevos tratamientos médicos… Pero también tiene riesgos potenciales casi inimaginables. Si esta investigación va en una dirección, el doctor Venter puede obtener el premio Nobel, pero si va en otra, no habrá premios Nobel, porque no habrá gente para darlos.”

Por su lado Gregory Kaebnick, del Instituto de Investigación Hastings, declara que “Es un magnífico resultado, pero no tanto como pretenden sus autores. La afirmación de Craig Venter de que tenemos, a partir de una computadora, la primera forma de vida que se autoreproduce, es absurda.”

John Hass, presidente del Centro Católico Nacional de Bioética del Reino Unido declara “Esto no es creación de vida. Pero hay que supervisar de cerca la investigación. La Unesco y la ONU tienen que supervisar la bioética orgánica. Se podrá modificar y manipular el material biológico ya existente, pero nadie es capaz de crear vida desde cero.” Y esta última parte de la declaración viene a sumarse a la larga lista de límites “imposibles de alcanzar” que la humanidad se empecina en irrespetar.

En resumen, en un mundo tan golpeado por la propia acción del hombre, cuesta trabajo dar cabida fácilmente al optimismo…aunque muchos apostamos a que SI, la especie humana SI puede encontrar usos convenientes y controlados para cada nuevo avance, aunque resulte…tan impresionante como este. Ya veremos…

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