MEGABITS: Julian Assange y los reyes de la guerra.

Cuando se dice que INTERNET es un nuevo escenario que está acogiendo y transformando las prácticas de los humanos…esto suena a discurso, ¡pero no, no lo es!, y la algazara que hay armada alrededor de Wikileaks y su fundador Julian Assange es otra muestra: el tema apunta a la formación de una cultura mucho más participativa, donde los nuevos medios de comunicación masiva no solo muestran los cintillos de los grupos dominantes, y a los cuales miles de millones de individuos asisten desde un “simple” teléfono móvil (se supone serán mayoría en 2013).

En una suerte de conversación entre millones de personas, donde todos pueden -potencialmente- emitir y recibir, los temas tratados cobran otra envergadura, se habla de la viralidad de una propuesta cuando un simple video, una canción o un breve texto es compartido, súbitamente, por un volumen de individuos que hace 20 años no se hubieran ni enterado del título, y llegan por igual a zonas geográficas antes absolutamente excluidas de las “fuentes de información”.

Y esto, al menos en primera instancia, está muy bien: facilitar el acceso al pensamiento ajeno nos permite complementar nuestras experiencias individuales, contrastándolas con otras generadas en entornos -posiblemente- distintos al nuestro.¡ Ah, por supuesto, está el problema de la credibilidad!

Secretos a voces.

El secretismo es una práctica propia de los que temen, posiblemente con razón, a sufrir represalias si se hacen públicos sus asuntos: cuando vemos documentos que debieron esperar 40 años para ser “desprotegidos” se nos dispara el instinto de conservación y pensamos que las batallas alrededor del tema del anonimato en la red tienen sus antecedentes en prácticas ancestrales (religiones y sociedades fraternales incluidas).

Ahora, en medio de todo este maremágnum, este australiano hasta hace poco desconocido  funda un portal en la red, y se lanza a publicar documentos que involucran asuntos de la élite secretista, no por gusto existen más de una docena de organismos ocupados en mantener algunos asuntos “de estado” fuera de la vista pública.

Y -resulta curioso que- casi se le está prestando más atención a Julian Assange que a los documentos en sí mismos: que si se fue a Suecia, que si tienen los servidores de su sitio en un refugio antiatómico, que si el Partido Pirata lo ampara, que si está acusado de violación…en fin, una estrategia de convertir en glamour las posibles muestras de una barbarie que -en verdad- no pasó, sino que está pasando ahora mismo.

¿Filtración o avalancha?

Además, no están hablando de 1,2 o 10 documentos…se trata de varios cientos de miles de documentos…y estas magnitudes comienzan a complicar el asunto, porque…¿de dónde están llegando estos archivos?

Y -tal vez- el tema no sea buscar el quién (como es el caso del analista de inteligencia Bradley Manning, acusado de una de estas “filtraciones”, en la que se involucra como paladín de la “legalidad” un conocido pirata informático, el estadounidense Adrián Lamo) sino el cómo y el por qué; respuestas como la de Assange: "Sólo quiero que se sepa la verdad sobre Irak" , aún a sabiendas de las posibles repercusiones personales (todavía están frescas las noticias que muestran la relativa impunidad que rodeó  la muerte de  Mahmud al Mabhuh en el hotel Al Bustan Rotana de Dubai) dan lugar a cierta duda…porque sí, efectivamente, podemos estar frente a un nuevo héroe que encabeza una cruzada por el establecimiento de la verdad…pero, ¿y si no?.

Historias de leones.

No hay que olvidar que estamos asistiendo a un partido de ajedrez que se lleva a cabo en numerosos “tableros” a la vez. Y estos escenarios “tecnológicos”, por muy veloces, nubosos o globales que sean, siguen sin responder al asunto del otorgamiento de la credibilidad: esto sigue siendo responsabilidad HUMANA. Leer, validar, contrastar, estudiar, estas son las herramientas con que contamos a la hora del veredicto.

Aunque -hay que reconocer-  INTERNET, las cámaras y los micrófonos (ahora en muchas manos) estén cambiándole el matiz a ciertos sucesos, o -por volver a una frase conocida-  tal vez las historias de leones ya no solo la estén escribiendo los cazadores . Ya veremos…

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