Los temas alrededor de RIM y su línea de productos Blackberry han estado -últimamente- vinculados con la tan llevada y traída privacidad: ¡exigimos respeto a la privacidad de nuestra existencia “on line”, léase nuestros mensajes, nuestras conversaciones a través de las herramientas de “chateo”, de nuestros datos de identificación, contraseñas y detalles bancarios, ¡ni hablar!, y todo esto tiene lógica, claro que sí.
Aunque sitios como Chatroulette hayan mostrado nuestro perfil menos “recatado”, al punto de que el servicio debió ser suspendido “temporalmente”, la propia práctica en las redes sociales nos permite constatar que, en la cotidianidad, somos mucho menos pudorosos que en las exigencias.
Aun cuando las modas suelen ser minimalistas, y suele mostrarse mucho del cuerpo humano, la propuesta de poner escaners de cuerpo entero en los aeropuertos internacionales, con el objetivo de detectar -efectivamente- si las personas llevaban encima algún producto potencialmente peligroso, fue recibida con una ola de pundonoroso recato: ¡nada de eso, cómo vamos a permitir que a través de un aparato, se nos vea sin ropa!
¿privacidad? ¿o no? ¿en qué quedamos?
y -tal vez- aquí nos encontramos de nuevo con la manzana de la discordia que ahora enfrentan los Blackberry: ¿se brinda un servicio a los clientes que sea -probadamente- inviolable?¿o se permite que -bajo ciertas circunstancias no claramente establecidas- la privacidad vuele en pedazos y puedan quedar expuestas intenciones maliciosas, posiblemente relacionadas con acciones terroristas?
Por el momento, RIM cedió -a regañadientes- a la presión de algunos gobiernos del continente asiático, y permitió el “controlado” fisgoneo de sus servicios…¿cómo terminará esta historia?
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