El secreto en las comunicaciones.

De alguna forma todos los seres humanos nos debemos a las comunicaciones: desde que nacemos, a través del olfato y el tacto, después el oído y la voz, la vista, los gestos, nada nos es suficiente: recurrimos a cuanto recurso esté a nuestro alcance para comunicar lo que pensamos…y enterarnos de lo que piensan los demás.

 Es un hecho curioso: al principio queremos que todos nos oigan, que todos nos atiendan, que todos respondan a nuestras preguntas (los clásicos ¿por qué?), pero después vamos cambiando…y adoptamos una comunicación más “selectiva”, solo hablamos a ciertos componentes de nuestro entorno, y prestamos especial atención solo a determinados individuos, y a otros…no tanto!.

Eso sí, a partir de cierto momento de nuestras vidas preferimos contar con algo de “privacidad” en nuestras prácticas comunicativas: solo deseamos ser escuchados por los oídos que hayamos escogido, y nos violenta que lo que se nos dice vaya a parar a oído “ajeno”. 

Justo a este tema de la intimidad que exigimos -con alguna frecuencia- para comunicarnos, vamos a dedicar el comentario de hoy.

Si algún fenómeno informático a nivel global ha tenido un desarrollo acelerado en los últimos meses, este ha seguido siendo el que involucra a las redes y “espacios sociales”.

Los seres humanos, acostumbrados a vivir en sociedad y desarrollar toda una serie de prácticas que los vinculan con otros individuos y grupos sociales, han recibido con beneplácito la propuesta hecha por empresas como Facebook, Twitter y otras tantas -de menor envergadura- de usar herramientas vinculadas con las redes informáticas y de telecomunicaciones que les permitan crear nuevos vínculos con otros humanos.

Esta historia tiene algunos precedentes “oscuros: supuestamente la participación en redes sociales y otras actividades con soporte informático tienden a debilitar la vida social tradicional que conocemos y hemos practicado hasta ahora, siendo este un síntoma clásico de la resistencia al cambio.

Sin embargo, el pensamiento de algunos teóricos actuales difiere esencialmente con esta idea, y podemos encontrar, entre otros tantos, lo dicho por el  catedrático Manuel Castells -de la Universidad del Sur de California-, que plantea justamente lo opuesto:  "Entre más se usa la red -dijo el académico- más sociables se vuelven las personas”.  

Aseguró -además- que “internet hace que la gente se sienta más segura y con mayor poder de influencia”.

Castells citó una serie de estudios para afirmar que “las mujeres y los internautas en países en desarrollo o en situaciones de pobreza se sienten con mayor poder tras usar internet”.
"Entre más se usa la red, más sociables se vuelven las personas", dijo el académico al tiempo que refutaba los estudios que indican lo contrario. “La red -añadió, nos rodea de personas. No estar solos es muy importante y las redes sociales han explotado esto”, agregó.

Por tanto, la comunicación parece ser, si no el motor principal de toda esta feria humana que hoy se llama INTERNET, una de sus piezas principales. Algunos hablan de memoria cultural, otros de archivo todopoderoso…pero las prácticas sociales con bases en la comunicación (sincrónica o asincrónica) están tomando un protagonismo que -aparentemente- desplaza a las demás.

Tan es así que, en este mismo momento las grandes empresas telefónicas, las que administran, desarrollan y mantienen a los tendidos e instalaciones de telecomunicaciones e informáticas asociadas, están enfrentando una situación sui géneris: el desarrollo de herramientas informáticas que permiten conectarse y navegar por INTERNET, está poniendo las instalaciones en “over booking”, o sea, saturadas, no dan más!

Esto es lo que está pasando con las instalaciones tecnológicas que atienden a la telefonía tradicional y la creciente modalidad conocida como “móvil”. Pero…¿por qué está sucediendo esto?¿Se han disparado las ventas de teléfonos?¿Hay ahora más personas interesadas en tener acceso telefónico que hace unos años?

Bueno, pues hay de todo como en botica: efectivamente, se han disparado las ventas de teléfonos móviles que ahora son mucho más llamativos, útiles, inteligentes o como se les quiera decir…Incluso ahora nos dejan navegar en la red, a través de conexiones del tipo WIFI, accesos telefónicos clásicos y otros tantos… Por tanto, lo estamos usando más como “estación de trabajo” que como simple teléfono.

Y esto nos genera un nuevo problema: si antes no queríamos que oyeran lo que estábamos hablando, ahora hay más razones para preocuparse, pues estamos operando con datos personales, contraseñas, números de cuentas bancarias, direcciones, planes de trabajo, decisiones de inversión…

Por eso es que, hoy por hoy, no solo oímos hablar de las potencialidades de una herramienta con respecto al hecho concreto de la comunicación (más velocidad, mas cobertura, mejor calidad del sonido manipulado) sino también se hace gala de su seguridad en la manipulación de los datos que vayamos a usar. ¡Qué bueno, verdad? Usar un teléfono que nadie pueda “pinchar”, totalmente impenetrable…qué maravilla…¡Pues no todo es felicidad en este sentido, como casi todo en la vida, este tema tiene -al menos- dos

Últimamente más de un país se ha querellado en contra de la empresa canadiense RIM, autora y responsable del desarrollo de los conocidos teléfonos móviles Blackberry, también conocidos como “el teléfono de los presidentes”, algo que viene muy bien en el mundo de la publicidad.

Resulta que RIM ha logrado un sistema de comunicaciones impenetrable, tan efectivo…que ni los servicios de seguridad, los de verdad, los que se enfrentan a criminales a nivel internacional, lo pueden violentar.

RIM codifica -a través de complejos algoritmos- los mensajes que navegan desde los propios teléfonos hasta un servidor conocido como BlackBerry Enterprise Server. Solo hay dos formas de descodificar esos mensajes: con claves que se encuentran en los mismos dispositivos telefónicos o en el servidor BlackBerry de cada empresa y RIM  asegura que no dispone de una llave maestra para conocer todas las claves.

En este sentido, países como la India, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita han exigido a las empresas telefónicas que operan en sus territorios que les permitan el acceso a sus servidores, para así poder -previa autorización legal de los poderes judiciales- escuchar o filtrar las comunicaciones de sus “sospechosos”.

Y esto se ha tornado un escenario MUY DELICADO. La pregunta es simple: ¿Dónde acaba la lucha contra el cibercrimen y comienza el espionaje indiscriminado?¿qué prima, la seguridad nacional o el derecho a la intimidad en la Red?¿quién garantiza la JUSTICIA?

Haciendo un paralelo con otro asunto de “privacidad”, cuando se comenzó a hablar del escáner de cuerpo entero en los aeropuertos, muchas personas se pronunciaron en contra (nos iban a ver desnudos, textualmente). Sin embargo, otros dijeron: Pues nada, ¡que nos vean, cualquier cosa con tal de volar lo más seguros posibles!!.

Y aquí estamos de nuevo: ¿protegemos la privacidad de las comunicaciones aun a expensas de saber que desde un teléfono móvil se puede estar coordinando un atentado terrorista? ¿O dejamos que nuestra privacidad desaparezca y nunca más estemos seguros de con cuántas personas estamos hablando a la vez?

Pues…no está fácil el asunto! Los temas de la privacidad prometen complicarse: la computación en la nube, el trabajo en redes globales, el acceso desde estaciones móviles, son todos agravantes de la situación en este sentido.

Ya veremos…

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