Noticias contradictorias.



Los vehículos que nos traen información son -cada vez- más diversos, aunque hay algunos especialmente protagónicos por cotidianos: libros, periódicos, revistas. Las diferencias son obvias, aunque -si tuviéramos que listar las principales- tal vez el hecho de la autoría individual o colectiva de lo planteado en cada caso puede ser (posiblemente) la primera de ellas.

Hay otras…entre ellas el tiempo dedicado a la investigación, desarrollo y redacción de las ideas, donde podemos encontrar casos harto conocidos en que el período de incubación de un libro ocupa más de 10 años (dicen que “El Nombre de la Rosa” de Eco estuvo en preparación por 12 años), mientras que los artículos comunes contenidos en periódicos y revistas suelen tener una preparación mucho menor, incluso llegando a solo horas, si no peor. 

Esto hace que -obviamente- se genere más información en forma de artículos de prensa que en libros, y los archivos de los medios de prensa atesoran lo que -en su momento- fueron noticias que (a su vez) la historia se ocupó de reafirmar, negar o modificar de múltiples formas.

Sin embargo, miembros de ambas familias nos llegan con fuerza de “verdad”, y con el tiempo, hemos ido aprendiendo a entregar nuestra credibilidad con mucha cautela, yendo a contrastar, verificar las informaciones que nos llegan con fuentes alternativas a nuestra disposición.

No obstante, es un hecho consumado el crecimiento en “flecha” del intercambio de información, algo que hoy nos rodea con total naturalidad; incluso llevamos con nosotros grandes bancos de datos portados en memorias que comparte nuestros bolsillos con llaves, fosforeras, monedas y otras menudencias.

Por tanto, cuando leemos que se ha logrado -todavía a nivel de laboratorio- una transferencia de información, a través de tecnología láser, 26 terabits de información por segundo, algo así como 32 terabytes, lo que equivaldría (tomando en cuenta que  El Quijote de Cervantes, en una versión en formato PDF, ocupa alrededor de 4 Mb) a trasladar más 8 millones de copias del ingenioso hidalgo por segundo. ¡Qué bien…tecnologías que nos facilitan intercambiar datos!

Sin embargo, a la par de esta “buena nueva” surgen otras, con otro matiz menos promisorio. Por ejemplo, leemos que Google, paladín de los procesos de digitalización de información (por lo que ha enfrentado más de una querella judicial por sus trabajos con los fondos de diversas bibliotecas del mundo que han pasado a soporte digital) ha claudicado en su intención de pasar a soporte digital los archivos de varios periódicos convencionales, lo que permitiría disponer de este conocimiento estancado en soportes convencionales. La justificación de esta decisión es ambigua, y puede resultar ajena a otros esfuerzos realizados en función de fortalecer la preservación de la memoria cultural humana, y su puesta a disposición del interés social.

Por otro lado, y también en la cuerda del paso de información a soporte digital para facilitar su consumo, vemos que Amazon declara estar vendiendo más libros en formato digital que en cualquiera de los convencionales, lo que puede estar significando para muchas personas la posibilidad de acceder a conocimiento acumulado, que en su formato convencional pueden resultar esquivo (por no existencia de ejemplares a la venta, por su excesivo precio, o por estar archivados en bibliotecas remotas), todo esto si confiamos en que sigan disminuyendo los precios de las copias digitales (obviamente estamos hablando de la adquisición legal de los mismos).

En resumen, por un lado nos facilitan el acceso e intercambio de información y conocimiento, y por el otro se cancelan los proyectos que pueden poner a disposición social conocimientos hoy en estado inoperante. ¡Mundo contradictorio!

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