1 real = 2 virtuales





Estar “on line” resulta -en 2011- una condición casi natural: si antes prestábamos atención fundamentalmente a lo que sucedía a nuestra alrededor (ruidos, movimientos, olores, sensaciones) ahora también nos mantenemos al tanto de lo que sucede en esta nueva extensión de nuestros sentidos que son las redes, a las que accedemos no solo desde computadoras de mesa o portátiles, sino que aparecen en los lugares más inesperados.

Eliminar las barreras físicas que nos separaban de otros con los que podíamos estar involucrados en alguna acción colaborativa, afectiva o de otra índole, fue un éxito rotundo, alcanzado paulatinamente a partir de la implementación de señales de humo, luminosas, el telégrafo, la radio, la telefonía y otros tantos artilugios que el hombre concibió para poder intercambiar información.

El delirante desarrollo de INTERNET, evento esencialmente tecnológico en sus inicios, devenido socio cultural a partir de la apropiación que cada grupo hizo de sus potencialidades, tiene que ver -en su esencia- con eliminar trabas que obstaculizaban la comunicación.
Tímidos mensajes de texto en un inicio, imágenes pletóricas de color y movimiento, acompañadas de sonido de alta calidad, el desarrollo de los portadores de ideas usados sobre las redes no se detiene, y el novedoso matiz 3D de la segunda mitad de 2011 seguramente será superado en breve…

Y hubo otro aspecto que se desarrolló a la par del uso que se ha venido dando a las redes informáticas y de telecomunicaciones: la comunicación pasó de ser de “uno a uno” a de “uno a muchos”. ¿Qué significa esto en la práctica?

Años atrás salíamos a pasear, íbamos encontrando personas a nuestro paso, y las saludábamos de una en una, matizando la comunicación en cada caso, en dependencia de lo que -en verdad- quisiéramos significar en cada caso. El caso de nuestros actuales “paseos” por las redes sociales (extensión de nuestro diario accionar en este mundo que vivimos) es -sutilmente- distinto.

Como se eliminaron las distancias físicas, el concepto de vecino -por cercanía- desapareció, para bien o para mal, y ahora tenemos contactos, seguidores o amigos virtuales, que no son otra cosa que aquellas personas con las que mantenemos comunicación con cierta regularidad, aunque -efectivamente- se diluyeron los matices que antes usábamos para personalizar nuestras relaciones.

Cuando -estando “on line” o conectados a la red- visitamos uno de estos sitios llamados “redes sociales” como pueden ser los emblemáticos Facebook (con más de 800 millones de usuarios registrados) o Twitter, servicio más parco pero que recibe más de 2000 mensajes por segundo, nuestros saludos, nuestras observaciones, son pueden ser recibidas por todos nuestros “contactos” a la misma vez. Pero…existen más posibilidades.

Los contactos de mis contactos también tienen “ecos” de nuestra conversación: si hago un comentario a uno de mis amigos virtuales, y él me responde, sus contactos ven la respuesta que me dio, pueden sentirse interesados y decidir participar, incluyendo la acción de proponernos pasar a ser -a su vez- parte de sus contactos personales. Así se hacen “amigos” nuevos.

Suele suceder -además- que medimos nuestro “éxito social” por la cantidad de contactos o amigos virtuales que tenemos en determinada red, y nos encontramos que Lady Gaga y Barak Obama competían en el número de seguidores  con que contaban en Facebook, cuando la cantante se convertía en la primera persona en llegar a 10 millones de seguidores, contra 9.5 del presidente de EU (datos de julio de 2010).

Esta relación entre el número de amigos en escenarios reales y los de las plataformas virtuales ha dado lugar a más de un estudio, comentario y opinión: ¿en qué medida podemos considerar que los contactos de estos nuevos escenarios pueden ser categorizados bajo el concepto de “amigo”, que veníamos usando tradicionalmente?¿qué relaciones mantenemos en verdad con estas personas con las que intercambiamos mensajes a través de las redes?¿será necesario acuñar un nuevo término que describa este nuevo tipo de vínculo?

Existen estudios realizados por un grupo de investigadores ingleses que han ido más allá, y plantean: "Hemos encontrado regiones interesantes del cerebro que parecen estar relacionadas con el número de amigos que tenemos en ambas esferas, en la real y en la virtual", dijo el doctor Ryota Kanai, parte de este grupo.

"Nuestro estudio nos ayudará a empezar a entender cómo nuestras interacciones con el mundo están mediadas por las redes sociales. Esto nos podría permitir comenzar a hacer preguntas inteligentes sobre la relación entre internet y el cerebro, preguntas científicas no políticas", señaló el profesor Geraint Rees, otro investigador del tema.

Una conclusión parcial de estas investigaciones arroja que -al menos en el territorio inglés- cada persona tiene aproximadamente el doble de amigos virtuales (cerca de 120) que amistades físicas (en el orden de 55) o del mundo “real(definición ambigua, las redes sociales existen también en el mundo real, aunque soportadas en ceros y unos). Esto es corroborado por Facebook, que declara que el promedio de sus usuarios tiene 130 amigos en la red social.

A la usanza de lo que suele suceder con la literatura en soporte digital (ebook), donde encontramos personas que declaran -tremebundos- “¡No es lo mismo, prefiero el libro convencional de hojas de papel y tapas duras!”, ahora encontramos detractores (¿desconocedores?) del accionar en las redes sociales que repiten “¡No es lo mismo un amigo real que un contacto en Facebook!”…y, en ambos casos, podríamos ripostar ¡claro que no: no son lo mismo, y tal vez no sea -ni siquiera- necesario enfrentar estos conceptos!

Que, dada la experiencia que tenemos con nuestros contactos del mundo “real”, nos sea más simple caracterizar a una persona que vemos a diario, oímos, tocamos, observamos en sus relaciones con otros, no implica que los vínculos establecidos en una red social DEBAN SER infravalorados.

¿Que no los colocamos -automáticamente- en el mismo nivel en nuestra escala valorativa?¡Ok, no hay problema….pero el concepto CONTACTO no es valorativo, sino funcional! Una implicación directa de este concepto “contacto”, según estos investigadores británicos, es que es más "fácil" la comunicación con individuos “conocidos”, más "abierto" y "honesto"(?), además de mejorar la seguridad de quienes la emplean (¿otorgamiento de credibilidad?).

En resumen, nuevas prácticas obligan a la creación de nuevos términos…o peor, al replanteamiento de algunos que parecían inamovibles y ahora son zarandeados por la realidad cotidiana, pero esto ya ha sucedido más de una vez en la historia humana, ¿no?.

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