Hitos tecnológicos ayer, realidades hoy...¿y mañana?

La duración de la “fama” en los escenarios tecnológicos es proporcional al tiempo que dedican los procesadores centrales de las computadoras a las tareas: MUY, PERO MUY CORTA.

Cuando miramos -por poner algunos ejemplos- el tiempo de vida útil que han tenido los mecanismos clásicos de imprenta, esos que aun hoy nos suministran los preciados libros escolares, o la prensa que un repartidor nos lanza por la ventana, descubrimos que han pasado -cómodamente- 60 años en los que las variaciones se desarrollaron en el campo de los detalles, no de la esencia del proceso.

¿Qué tiempo convivimos con los casetes de audio?¿Cuántos años fueron?¿15?¿20? Y si, pasaron de monofónicos a estéreo fónicos…pero hasta ahí. ¿Y los de video, en especial los VHS? ¿Y los discos llamados comercialmente CD? Por nuestra cuenta, llevamos -al menos- 15 años poniendo nuestros datos en ellos, y aclaro que no me refiero a los más “modernos” DVD, sino a los otros, a los más viejitos.

Pero, este ritmo cambió, que a nadie le queden dudas…y no creo que solo por los “interesados” intereses del mercado -que también influyen, sin lugar a dudas-, pero no son los únicos, de hecho ofertas de mercado sin interés social no surten el mismo efecto, nada de eso…

A analizar esta cada vez más acelerada sucesión de eventos y propuestas vamos a dedicar el comentario de hoy .

Un día hicimos referencia a la Ley de Moore, una predicción hecha en abril de 1965. Se trata de una ley empírica, cuyo cumplimiento se ha podido constatar hasta hoy.

Este señor, Gordon Moore, al momento de enunciar su “ley” era Director de los laboratorios de Fairchild Semiconductor. Más tarde, en el verano de 1968, creó Intel junto con Robert Noyce, uno de sus compañeros en ambas empresas.

Moore afirmó que la tecnología tenía futuro, que el número de transistores por pulgada en circuitos integrados se duplicaba cada año y que la tendencia continuaría durante las siguientes dos décadas. Una aclaración básica: a más transistores por unidad de área, mayor “complejidad” podrían alcanzar los dispositivos electrónicos, y por ende, enfrentar tareas más complejas.

Algo más tarde modificó su propia ley al afirmar que el ritmo bajaría, y la densidad de los datos se doblaría aproximadamente cada 18 meses. Esta progresión de crecimiento exponencial, doblar la capacidad de los microprocesadores cada año y medio, es lo que se considera la Ley de Moore.

La consecuencia directa de la Ley de Moore es que los precios bajan al mismo tiempo que las prestaciones suben: la computadora que hoy vale 1.000 dólares costará la mitad al año siguiente y estará obsoleta en dos años.

En 26 años el número de transistores en un chip se ha incrementado -según algunas fuentes- en 3.200 veces. Y, de alguna forma, esta predicción está actualmente en riesgo, con la aparición de un nuevo “personaje” : el llamado MEMRISTOR.

Este nuevo ingenio no pretende -en lo absoluto- ralentizar, desacelerar, frenar el desarrollo del mundo electrónico, al contrario. Aunque fue predicho y descrito en 1971 por Leon Chua, de la Universidad de California, Berkeley, en un artículo que apareció en publicaciones científicas del momento, no fue hasta 2007 que logró acaparar la atención del mundo electrónico.

Este año Stanley Williams de Hewlett Packard informó de una versión experimental de aplicación de esta tecnología, que tenía una alta dependencia de las nanotecnologías.

HP hizo un prototipo de una memoria usando dispositivos en donde pueden caber 100 gigabits en un centímetro cuadrado. Por comparación, las memorias flash de más alta densidad almacenan hoy día 16 Gbit en la misma área.

Obviamente, esta tentadora tecnología no demoró en remover los intereses de los grandes fabricantes, y Samsung (reconocido este año pasado como el mayor fabricante de equipamiento electrónico DEL MUNDO)  tiene una solicitud de patente pendiente de Estados Unidos para un memristor similar al descrito por Williams. Así que es cuestionable si el grupo de HP es el primer autor de esta estructura.

Pero no desviemos la atención todavía del memristor: según una nota aparecida en la revista PC WORLD, en su edición de Julio de 2008, el comentarista  Agam Shah nos afirma que esta tecnología permitirá a las herramientas de corte informático ser instruidas para que tomen decisiones a partir de patrones reconocidos en los datos contenidos en los distintos dispositivos.

Léase que la segunda vez que vaya -una herramienta- a realizar una operación, podrá ajustar su funcionamiento sobre la base de la experiencia anterior. Y esto suena bien, podría ayudarnos a rectificar errores de procedimientos -si llegará a funcionar, obviamente-.

Un par de comentarios de última hora : un circuito en base a memristores usa un voltaje más bajo y se enciende más rápido que los actuales basados en memorias flash tipo DRAM. En 2007 se había planteando que debían alcanzar el mercado en 5 años…sin embargo, en abril de 2010 la propia empresa HP presentó sus primeras propuestas de equipos que usan memristores, a veces descritos como el eslabón perdido de la electrónica.

Un planteamiento capital de este lanzamiento, fue la posibilidad de que el memristor este llamado a sustituir al transistor en la electrónica del futuro, con algunas propiedades interesantes, como la ya comentada densidad de memoria alcanzada por unidad de superficie  (estamos hablando de100 megabytes donde hoy solo se consiguen 16, lo que los potencia como base de los dispositivos de memoria conocidos como de estado sólido)  y otra que…resulta esencialmente distinta:

El memristor, caracterizado como un dispositivo ANALOGICO, no solo podría almacenar bits ("1"s y "0"s), sino bytes o cadenas de bytes en el mismo espacio, logrando algunas mejoras en sus dispositivos de control. Esto ofrece un futuro muy prometedor a largo plazo...y cualitativamente distinto!

Si además de todo esto se cumpliera lo que afirmó Stan Williams, investigador de Hewlett Packard, en la presentación de abril de 2010, de que el procesador y la memoria podrían ser exactamente, físicamente la misma cosa, esto permitiría grandes ahorros de tiempo y energía.

Encima también ha mostrado que los memristores pueden ser alineados uno encima del otro para formar patrones tridimensionales de cómputo y almacenamiento. ¡Dígame usted…!

Tal vez Gordon Moore pueda respirar de nuevo tranquilamente, los chips de última generación tienen transistores con tamaños de componentes de apenas 22 nanómetros (22 millonésimas de milímetro), y esto parece ser un límite cada vez más difícil de batir, imponiéndose la necesidad de un salto cualitativo…¿será el memristor la respuesta? ¿su uso podrá repercutir en los preocupantes temas del consumo de energía?¡El tiempo dirá!

Continuando con la propuesta de los memristores y su supuestas bondades,  ¡está bien! todo esto está muy bonito, una vez más aparecen los cantos de sirena que nos anuncian las maravillas que se aproximan…más rapidez, más económicos, más poderosos, menos consumidores de energía…pero, en resumen ¿qué puede significar para mi, simple lector, espectador o internauta?

En verdad usted es una persona distinta a las del siglo 19 o 20: Es usted un actor multimodal que lee, ve, escucha y combina materiales diversos, procedentes de la lectura y de los espectáculos. Que lee más en su computadora (conectada a INTERNET o no) que en papel.

Nunca antes, comenta el antropólogo argentino Nestor García Canclini en su libro Lectores, espectadores e internautas, se habían visto tantas películas y leído tantos libros o revistas como en la era digital.

El problema es que la llave de acceso a las artes o al consumo de los bienes culturales ya no depende de los que saben y conocen de arte, sino que ahora está en manos de las grandes empresas que se fusionan para vender, simultáneamente, libros, juguetes, espectáculos, diarios, perfumes, comida, café, música, películas, etcétera; es cierto que no les interesa la calidad sino los números.

Pero también es cierto que aumenta la oferta, y se venden DVD de ballet clásico o conteniendo visitas virtuales  a museos lejanos, difíciles de ser visitados personalmente, se ofertan operas por los canales de televisión comercial, conciertos de todo tipo de música -clásica, contemporánea y de otras latitudes-,  se muestra cine, documentales con la vida y obra de artistas antes desconocidos, y podemos degustarlos lo mismo en el cine, en la sala de nuestra casa o en un parque, desde nuestro móvil o computadora portátil.

En resumen, publicar el resultado de un quehacer, cualquiera que este sea, se ha facilitado sobremanera, escapando incluso al férreo control que solo hace unos cortos años ejercían -en su beneficio- determinados sectores de la sociedad humana.

Por tanto, ahora -tal vez- dependa de usted el que todos los demás conozcamos su obra.

Ya veremos…

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